En este jueves Santo, los cristianos ortodoxos recordamos cuatro sucesos.

La Última Cena y el Sacramento de la Santa Eucaristía: Mientras estaban comiendo...
..., tomo Jesús el pan en sus santas, inmaculadas e irreprochables manos, después de dar gracias, bendecir, santificar y partir, les dio a sus santos Discípulos y Apóstoles, diciendo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo que por vosotros es partido para la remisión de los pecados”. Del mismo modo, tomó el Cáliz después de Cenar, diciendo: “Bebed de él todos, esta es mi sangre, la del Nuevo Testamento, que por vosotros y por muchos es derramada para la remisión de los pecados”.
Este oficio se realiza por la mañana celebrándose la Divina Liturgia de San Basilio el Grande, unida al oficio de vísperas. El largo evangelio de la Ultima Cena es leído después de las lecturas de Éxodo, Job, Isaías, y el capítulo once de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. En lugar del Himno de los Querubines en el ofertorio de la Divina Liturgia (la Gran Entrada), se canta el siguiente himno, el cual también se canta durante y después de la Comunión. “De tu Cena Mística, recíbeme hoy como invitado, ¡oh! Hijo de Dios, pues no revelaré a tus enemigos el misterio; ni te daré un beso como Judas, mas como el bandido te confieso, acuérdate de mi Señor, acuérdate de mi Santo, acuérdate de mi Señor, cuando vengas a tu reino”.
Nuestro Señor en la Última Cena intitulo el Sacramento de la Santa Eucaristía, la comunión del cuerpo y de la sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio en la Cruz y confiar así a su iglesia el memorial de su Pasión y Resurrección como símbolo de unidad y vinculo de amor.
El Lavado de los pies: “Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariotes, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, Jesús se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla se la ciñó. Luego echó agua en un cuenco y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla que tenia ceñida.

La admirable oración del Señor a su Padre: “Padre, si quieres apartar de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

La traición de Judas. La mayor traición en la historia de la humanidad, se realiza con un beso. “Porque esta contraseña había dado a ellos: al que bese, será Él”
En este Santo día Jueves en la noche. La principal característica de este oficio es la lectura de 12 textos seleccionados de los Santos Evangelios. Todos ellos son relatos de la pasión de Cristo. La primera de estas doce lecturas es Juan 13,31 al 18,1. Es el largo discurso de Jesucristo con sus discípulos finalizándose con su llamada “oración sacerdotal”. La última lectura de las doce relata cómo sellaron la tumba de Cristo y colocaron una guardia. (Mateo 27, 62-66). Se leen estas doce lecturas de los Evangelios acerca de la pasión de Cristo durante el oficio de Matutinos, con la entonación de distintos himnos y salmos entremedio. Toda la himnología está relacionada con el sufrimiento de Cristo y basada en gran parte en textos de los evangelios y en las escrituras y salmos proféticos. Después de la lectura del quinto evangelio, el sacerdote lleva la Cruz en una solemne procesión alrededor del templo, mientras canta el himno:

“Hoy cuelga del madero Aquel que colgó la tierra sobre las aguas. Se le ciñe con una corona de espinas al Rey de los ángeles; se le viste con una púrpura falsa Aquel que reviste el cielo de nubes; Es abofeteado, Aquel que en el Jordán liberó a Adán; es clavado con clavos, el Novio de la Iglesia; es herido con una lanza el Hijo de la Virgen. Adoramos Tu Pasión, Cristo, Adoramos Tu Pasión, Cristo, Adoramos Tu Pasión, Cristo, muéstranos también Tu gloriosa Resurrección”

Esta cruz es entonces colocada en medio del templo, adornada con una corona de flores y velas, para que los fieles la veneren. Es un momento de especial solemnidad, y la cruz permanece allí hasta la celebración de Vísperas anticipada el Viernes Santo en la mañana. Después de la lectura del sexto evangelio, se cantan las Bienaventuranzas (tomadas de Mateo 5), en que se da especial énfasis a la salvación otorgada al buen ladrón quien fue llevado al Reino de Cristo.




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