Santa Nona nació a fines del tercer siglo en el seno de una familia cristiana. Se casó con Gregorio, un gobernador y rico terrateniente de la región Capadocía, en Asia Menor. El esposo de Nona, al principio era pagano y adoraba al principal ídolo y le rendía culto al fuego. Nona tuvo una hija Gorgonia, y dos varones, Gregorio y Cesares. La madre los educaba dentro de los preceptos de la fe cristiana y rezaba fervientemente para que también su esposo se convierta a la verdadera fe. El señor escuchó sus rezos; su marido creyó en Cristo, se bautizó y se entregó por completo a la Iglesia. Alrededor del año 325 fue consagrado presbitero y luego obispo de la ciudad de Nizianza de Capadocia. También la devota Nona, en ese tiempo, fue ordenada Diaconisa, y después de esto, se dedicó con todo corazón a la beneficencia.

En el año 359, el hijo de Nona, Gregorio, terminó sus estudios, retornó a su patria y fue bautizado por su propio padre. Fue también el padre quien dos años mas tarde ordeno al sacerdocio al joven Gregorio. Este joven sacerdote al cabo de varios años fue el Patriarca de Constantinopla, uno de los más perspicaces y profundos escritores religiosos. Por dicha actividad recibió el titulo honorífico de Teólogo. Los últimos años de su vida, Santa Nona se dedicó totalmente a la Iglesia. Su virtuosa muerte tuvo lugar en el año 374. Sobre la virtuosidad de la Santa Nona, se puede juzgar tomado en cuenta, que cinco de los miembros de su familia (incluyendo a ella) fueron santificados por la Iglesia.




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