Hieromártir Januario Obispo de Benevento, y los diáconos Próculo, Sosio y Fausto, el lector Desiderio, Eutiquio y Acution sufrieron el martirio por Cristo como en el año 305 durante la persecución ordenada por el emperador Diocleciano (284-305).

Arrestaron a San Januario y lo llevaron a juicio ante Menigno, el gobernador de Campana (Italia central). Debido a su confesión firme del cristianismo, arrojaron al santo en un horno encendido. Pero al igual que los jóvenes de Babilonia, él salió ileso. Después, por orden de Menigno, lo tendieron en un banco y lo golpearon con barras de hierro hasta que sus huesos estaban expuestos.

Entre la multitud estaban presentes el diácono Fausto y el lector Desiderio, que lloraron al ver el sufrimiento de su obispo. Los paganos presumieron que eran cristianos, y los metieron en la cárcel con la Hieromártir Januario, en la ciudad de Puteolum. En esta prisión habían dos diáconos que habían sido encarcelados por confesar a Cristo: Santos Sosio y Próculo, y dos laicos, Santos Eutiquio y Acution.

En la siguiente mañana llevaron todos los mártires al circo para ser despedazados por las fieras, pero las bestias no los tocaron. Menigno afirmó que todos los milagros se debieron a la brujería de los cristianos, e inmediatamente se quedo ciego y pidió ayuda. El cariñoso Hieromártir Januario oró por su curación, y Menigno recobró la vista. La ceguera de alma del torturador, sin embargo, no fue sanada. Acusó a los cristianos de la hechicería, y ordenó la decapitación a los mártires ante las murallas de la ciudad (+ 305).

Los cristianos de las ciudades de los alrededores tomaron los cuerpos de los santos mártires para el entierro, y los de cada ciudad tomaron uno, a fin de tener un intercesor ante Dios. Los habitantes de Neapolis (Nápoles) se llevaron el cuerpo del Hieromártir Januario. Con su cuerpo, también recogieron su sangre seca.

Desde el siglo XV, la sangre se licua cuando el contenedor se coloca cerca de otra reliquia, considerada ser la cabeza del mártir. Muchos milagros se han hecho por intermedio de las reliquias del Hieromártir Januario. Durante una erupción del Vesubio más o menos en 431, los habitantes de la ciudad rezaron a San Januario para ayudarlos. La lava se detuvo, y no llegó a la ciudad.




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