Estos santos eran hermanos, que vivieron en Kilikias, ciudad de Asia menor, herederos de una gran fortuna. Zinobio había estudiado medicina, y no sólo ofreció sus servicios a los desamparados, también compartía su riqueza. Con este comportamiento apuntalaba la fe a los cristianos, y a muchos idolatras los atrajo al cristianismo. Cuando se entero el prefecto Lysias, ordeno que detuvieran a Zinobio. El santo admitió delante del prefecto su fe, y qué hace, lo que hace para la salvación del alma y la gloria del verdadero Dios. Lysias con severidad le dijo: si no para lo que hace y no niega a Cristo, será torturado cruelmente. Zinobios contestado que los martirios pueden dañar su cuerpo, pero el alma nunca, porque dijo Dios: “Y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien?” (1° Epist. a Pedro 3:13), inmediatamente Lysias ordeno que lo torturen. Entonces intervenido la hermana del Santo, Zinobia, y le recrimino a Lysia, que torturar no es humano. Pero el prefecto ordeno arrestar también a la hermana y los decapito a ambos.




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