Hoy es la conmemoración del traslado de las reliquias de san Bartolomé, mientras que su fiesta principal se celebra el 11 de junio. Cuando este gran Apóstol fue crucificado en Urbanópolis en Armenia, los cristianos tomaron su cuerpo y lo enterraron en un ataúd de plomo. Cuando numerosos milagros hubieron acontecido sobre la tumba del Apóstol, especialmente sanidades de enfermos – lo que llevó a un incremento en el número de cristianos – los paganos tomaron el ataúd que contenía las reliquias de Bartolomé y lo arrojaron al mar. Al mismo tiempo, arrojaron otros cuatro ataúdes que contenían las reliquias de cuatro mártires: Papiano, Luciano, Gregorio y Acacio. Por la providencia de Dios, los ataúdes no se hundieron, sino que flotaron a varios lugares llevados por las olas: el de Acacio a la ciudad de Ascalón, el de Gregorio a Calabria, el de Luciano a Mesina, el de Papiano a otro lugar en Sicilia, y el de Bartolomé a la isla de Lípara. A través de alguna revelación misteriosa, Ágato, obispo de Lípara, descubrió que las reliquias de san Bartolomé se acercaban a Lípara. Ágato, junto al clero y al pueblo, salieron a la orilla y esperaron el ataúd con gran gozo. En esa ocasión, muchos de los enfermos fueron sanados mediante las reliquias del Apóstol. Estas fueron colocadas en la Iglesia de san Bartolomé, donde permanecieron hasta el tiempo de Teófilo el Iconoclasta (c. 839 d. C.). Entonces, al amenazar los musulmanes a los liparitas, las reliquias del Apóstol fueron llevadas al pueblo de Benevento. Así glorificó Dios a su Apóstol a través de milagros, tanto durante su vida como después de su muerte.




Back

PayPal