Tras hallar la Cruz del Señor en Jerusalén, la santa emperatriz Elena permaneció algún tiempo en la ciudad construyendo iglesias en Getsemaní, Belén, el Monte de los Olivos, y otros lugares para conmemorar la vida y obra del Señor Jesucristo. Comenzó a construir una enorme iglesia en el Gólgota, donde había hallado la preciosa Cruz, en la cual estarían tanto el lugar donde el Señor fue crucificado como el lugar donde fue enterrado, pues la Emperatriz quería reunir bajo un sólo techo los lugares de su pasión y su gloria. Elena, empero, partió a estar con el Señor antes de que esta magnífica iglesia fuese completada. Su contrucción terminó en el trigésimo aniversario de la ascensión de Constantino al trono, por lo cual la consagración de la Iglesia y el jubileo del emperador fueron ambos fijados para el mismo día, el 13 de septiembre de 335. En aquellos días, un concilio de obispos estaba reunido en Tiro; estos obispos, junto a muchos otros, llegaron a Jerusalén para la solemne consagración de la Iglesia de la Resurrección del Señor. Entonces se estableció que este día fuese celebrado anulamente como un día de victoria y triunfo para la Iglesia de Cristo.




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