San David de Tesalónica vivió el ascetismo en el monasterio de los Santos Mártires Teodoro y Mercurio. Inspirado por el ejemplo de los santos estilistas, vivió en un almendro en la oración constante, manteniendo ayuno estricto y soportando el calor y el frío. Allí permaneció durante tres años hasta que un ángel le dijo que bajara.

San David recibió de Dios el don de hacer milagros, y él sanó a muchos de la enfermedad. El santo asceta dio consejos espirituales a todos los que acudían a él. Obteniendo la desapasion, era como un ángel en el cuerpo, y él fue capaz de tomar los carbones calientes en sus manos sin ningún daño. Murió en el año 540.




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