San Dio nació en Antioquia, Siria, al final del cuarto siglo, su familia era piadosa y Cristiana y desde muy joven se le noto a San Dio su sobriedad. El se alimentaba con pocos alimentos no todos los días, y su cuerpo era humilde por sus vigilias y sus incesantes oraciones. Por estas acciones El Señor le otorgo a San Dio despasion y el don de taumaturgo.



En una visión, El Señor le ordeno a San Dio que fuera a Constantinopla para servir a ambos, a El y la gente del pueblo. San Dio se ubico en un lugar solitario alejado de la ciudad donde nadie deseaba vivir. San Dio valientemente sostuvo con los espíritus malignos que trataron de expulsarlo de ese lugar. El Señor escucho los ruegos de Su Santo: Su cetro creció raíces y se convirtió en un enorme roble el cual duro en ese lugar por mucho tiempo hasta después de la muerte de San Dio.



Los habitantes de los alrededores, comenzaron a llegar a el en búsqueda de consejos y guía, también les pedían ayuda por sus enfermedades de cuerpo y alma. San Dio sanaba a los enfermos con sus oraciones y lo recibido como pago, el Santo lo distribuía entre los desamparados y los enfermos.



Las noticias de San Dio alcanzaron a llegar hasta el mismo Emperador Teodosio el joven, el Emperador fue a donde San Dio para ser bendecido junto con el Patriarca Aticos de Constantinopla (406-425). El Emperador deseaba construir un monasterio en el lugar donde San Dio laboraba y dispuso todos los recursos para su edificación. El Patriarca consagro al monje al sacerdocio y lo ordeno Igumen del monasterio. En muy poco tiempo comenzaron a llegar al monasterio hermanos monásticos que se agregaron a el. En aquellos entonces el monasterio necesitaba un pozo y los hermanos excavaron por mucho tiempo sin éxito ninguno, pero por las oraciones del monje San Dio, El Señor dio a luz un manantial de agua fresca y pura que lleno al pozo rápidamente. También por sus oraciones, el monje resucito a un hombre que se había ahogado. El Señor concedió muchos milagros a través de Su Santo.



Al llegar a una edad muy avanzada, San Dio se enfermo gravemente y se separo de sus hermanos después de recibir los Santos Misterios y se acostó en su lecho como si hubiese muerto. En el monasterio, su santidad el Patriarca Aticos llego para asistir a los servicios funerales al igual que el Patriarca Alejandro de Alejandría quien se encontraba en Constantinopla. El Santo anciano de repente se levanto de su lecho de muerte y les dijo: "El Señor me ha concedido 15 años mas de vida," lo que lleno de alegría a los hermanos.



San Dio vivió otros quince años más, asistiendo, aconsejando y sanando a los enfermos y preocupándose siempre por los pobres y los desafortunados desamparados.

Poco tiempo antes de fallecer, se le apareció al Santo un hombre radiante vestido de sacerdote en el altar de la Iglesia y le predijo su muerte inminente. Dándole gracias a Dios por las noticias, San Dio en silencio falleció y sus restos fueron sepultados en su monasterio.




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