San Ermías era un soldado retirado. Sirvió en Kómona de Capadocia cumpliendo su servicio al Cesar. Era uno de los más valientes dentro de la tropa y nunca se retiro ante el enemigo, ni aún en las derrotas. Cuando en los tiempos del rey Marco Antonio, comenzó la persecución a los cristianos, arrestaron también a Ermías, sin tener en cuenta todos los servicios ofrecidos al rey ni su avanzada edad. Entonces, el gobernador Sebastianos pidió a Ermías que realizara un sacrificio a los ídolos, esta orden causó sorpresa en el Santo, y sonriendo le dijo: "sería poco inteligente y tonto, gobernador, dejar la luz y adorar la oscuridad, abandonar la verdad y abrazarme a la mentira, perder la vida y caer en la muerte. Nuestro Dios y Señor Jesucristo dijo, " Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12) -Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Juan 14:6) Entonces el gobernador ordeno que lo arrojasen al fuego, y en ese instante en que el Santo estaba en medio de las llamas, se produjo el milagro y no sufrió lastimadura alguna. San Ermías murió decapitado.




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