San Limeño comenzó sus esfuerzos bajo la supervisión de Malasio y moró con él por un suficiente tiempo para adquirir las virtudes de su profesor: simplicidad de la manera, gentilidad y humildad. Entonces San Limeo se unió con San Maron (de febrero el 14). En una colina él construyó un recinto de piedra pequeño sin una azotea, y a través de una abertura pequeña, él conversó con los que vinieron a verlo. Su corazón era lleno de compasión por la gente. Deseando ayudar a todo el indigente, él construyó un hogar en la ladera con la ayuda de sus admiradores, de una vivienda para los pobres y del haber lisiado, y él los alimentó con lo que le trajo la piadosa gente. El santo asceta incluso sacrificó su propia tranquilidad y soledad para estos hermanos pobres, y tomó sobre si la responsabilidad de su alimento espiritual, induciéndoles a que rueguen y glorifiquen a señor. Por su santa vida le concedieron el regalo de la maravilla funcionada. Él se curó una vez con oración. San Malasio de Siria, vivió durante el quinto siglo. En edad joven se retiró a una colina cerca de la aldea de Targala y pasó 38 años allí en hechos monásticos, teniendo ni una azotea sobre su cabeza, ni cualquier célula ni abrigo. Por su disposición, gentilesa y humildad simples el señor le concedió el regalo del maravillosismo y de la curación de los enfermos. Muchos desearon vivir bajo su dirección, y el santo no rechazó ésos que venían a él. Él sí mismo construyó las células para ellos. Él murió pacífico, concedido resto de sus trabajos.




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