El padre de Gregorio era un eminente oficial de la corte del emperador Andrónico II Paleólogo. El talentoso Gregorio, tras completar sus estudios seculares, no quiso entrar al servicio imperial en la corte, sino que se retiró a la Santa Montaña de Athos y se hizo monje, viviendo en ascetismo en los monasterios de Vatopedi y la Gran Lavra. Luchó en contra del hereje Barlaam, y finalmente le venció. Fue consagrado Metropolitano de Tesalónica en 1347, siendo glorificado tanto como asceta y como teólogo; como jerarca y como obrador de milagros. La Santísima Madre de Dios, san Juan el Teólogo, san Demetrio, san Antonio el Grande, san Juan Crisóstomo y ángeles de Dios se le aparecieron en distintos momentos. Gobernó la Iglesia en Tesalónica por doce años, uno de los cuales lo pasó como esclavo de los sarracenos en Asia. Entró en paz a su descanso en el 1359, alcanzando el Reino de Cristo. Sus reliquias se conservan en Tesalónica, donde hay una hermosa iglesia dedicada a él.




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