El santo profeta Habacuc, el octavo de los doce profetas menores era descendiente de la tribu de Simeón y profetizó entre la segunda mitad del siglo VII a.C.

El profeta anticipó la destrucción del templo de Jerusalén, la cautividad en Babilonia y el posterior retorno de los cautivos a su tierra nativa. Durante la guerra con los Babilonios, el profeta escapó a Arabia en donde un milagro ocurrió. Mientras traía la cena a quienes habían huido encontró un ángel del Señor e inmediatamente, por la fuerza del espíritu, fue transportado a Babilonia, donde en ese tiempo el profeta Daniel moría de hambre en prisión. La comida que había traído para sus compañeros en la huída sirvió para calmar el hambre del profeta Daniel (Dan 14:33-37).

Después del final de la guerra con los babilonios, el profeta Habacuc regresó a su tierra y murió ya siendo grande en edad. Sus reliquias fueron encontradas en los tiempos del emperador Teodosio el joven (408-450), junto a las reliquias del profeta Miqueas (14 de Agosto).

La cuarta Oda del Salterio “Oh Señor, he escuchado tus palabras, y he temido…” se basa en Habacuc 3:2-19.




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