El Santo Profeta Ezequiel vivió seis siglos antes de nacer Cristo. Ezekiel nacio en la ciudad de Sairs de origen judio y de la tribu Levita. El era sacerdote como su padre el sacerdote Buzi. Ezequiel fue llevado a Babilonia a la edad de 25 años junto al Rey Jecohia II y muchos otros judios durante la segunda invasion de Jerusalen por el Rey de Babilonia.
El profeta Ezequiel vivió en captividad a las orillas del rio Chebar y cuando tenia 30 años tuvo una vision donde vio el futuro de la nacion Hebrea y a todos los seres humanos en la tierra.
El profeta vio una nube brillante con llamas intermitentes en el medio del fuego y con resplandeciente bronce. También vio cuatro criaturas vivas con forma de hombres pero con cuatro caras (Ez.1:6). Cada uno tenia una cara humana de frente, una cara de un león a la derecha, a la izquierda la cara de un buey, y atrás la cara de un aguila (Ez1:10). Había también una rueda en la tierra al lado de cada criatura y las llantas de la rueda estaban llenas de ojos. Sobre los ojos de las criaturas había un brillante firmamento con reflejos cristalinos y sobre el firmamento se encontraba algo que parecía un trono con un resplandor color zafiro y encima del trono estaba una imagen de forma humana con un arco iris a su alrededor (Ez 1:4-28).

Según las explicaciones de los padres de la Iglesia, la apariencia humana sobre el trono de zafiro prefigura la Encarnación del Hijo de Dios. Las cuatro caras de las criaturas son simbólicas de los cuatro Evangelistas de la humanidad: El Hombre era San Mateo, El león, San Marco, el buey San Lucas y el aguila San Juan. La rueda llena de ojos representa la sugerencia del compartimiento de luz a todas la naciones de la tierra. Durante la visión el Santo profeta se desplomo del miedo, pero la Voz de Dios le ordeno que se mantuviera de pie, y el Señor entonces le indico que fuera a predicar a la nación Israelita, y así fue el comienzo de los servicios proféticos de Ezequiel.
El profeta les anuncio al pueblo de Israel que se encontraba cautivo en Babilonia que las tribulaciones que se les afrentaban eran el resultado de no haberse mantenido fieles a Dios. El profeta también proclamo mejores tiempos para sus compatriotas y predico que regresarían a Jerusalén y el templo de Jerusalén también sera restaurado.
Habían dos elementos significantes en la visión del profeta, la visión del templo del Señor lleno de Gloria (Ez 44:1-10) y los huesos del valle, cual el espíritu les había dado nueva vida (Ez37:1-14).
La visión del templo fue una misteriosa prefiguración de la raza humana libre del yugo del enemigo y la edificación de la Iglesia de Cristo por el acto de redención del Hijo de Dios encarnado en la Mas Pura y Santa Theotokos. La descripción de Ezequiel de la puerta del santuario que estaba cerrada y por la cual EL Señor entraría, significaba la profecía de la virgen dando a luz a Cristo (Ez 44:2) y siendo virgen siempre. La visión de los huesos secos prefiguraba la resurrección universal de los muertos y la nueva vida eterna ofrecida por el Señor Jesucristo.
El Santo Profeta Ezequiel recibo el don de taumaturgo por el Señor. El, como el profeta Moisés, también dividió las aguas en el río Chebar y los Hebreos lograron cruzar escapandose así de sus perseguidores Caldeos. Durante el tiempo del hambre, el profeta le rogo a Dios por un aumento de alimentos para los que sufrían de hambre.
Ezequiel fue condenado a la ejecución por haber denunciado a cierto príncipe Hebreo como idolatra. El profeta fue amarrado a caballos salvajes y su cuerpo fue descuartizado. Los Hebreos piadosos se reunieron alrededor del cuerpo desgarrado del profeta y enterraron sus restos en el terreno de Maur en la tumba de Sim y Artaxad quien fueron los primeros padres precursores de Abraham, este lugar se encontraba no muy lejos de Bagdad. Las profecías de Ezequiel se encuentran en el libro que lleva su nombre en el Antiguo Testamento.
San Demetrio de Rostov (28 de octubre y 21 de septiembre) le explica a los creyentes los siguientes conceptos en el libro del profeta Ezequiel: Sin un hombre justo se aparta de lo justo y se une al pecado, ese hombre debe morir por sus pecados, ya que sus virtudes no son reconocidas. Si un pecador se arrepiente y mantiene los mandamientos del Señor, el no muere, y sus pecados anteriores no se llevaran a cabo en su contra porque el en ese momento ha escogido seguir los pasos de la justicia (Ez 3:20, 18:21-24).




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