Estos santos eran clérigos junto al patriarca Pablo de Constantinopla en tiempos del emperador Constancio. Después de la muerte del gran emperador Constantino, la herejía arriana, que hasta entonces había sido contenida, surgió de nuevo y comenzó a difundirse, y el emperador Constancio mismo se inclinaba por ella. Había dos influyentes nobles en la corte, Eusebio y Felipe, que eran fervientes arrianos. Por la influencia de estos, el patriarca Pablo fue depuesto y expulsado a Armenia, donde los arrianos lo estrangularon, y el indigno Macedonio se apoderó del trono patriarcal. En aquel tiempo, cuando la Ortodoxia tenía dos feroces luchas a mano, contra los paganos y los herejes, Marciano y Martirio se alistaron decisivamente y con toda su fuerza del lado de la Ortodoxia. Marciano era lector y Martirio subdiácono en la Catedral, y habían sido secretarios del patriarca Pablo. Los arrianos al principio trataron de sobornarlos, mas cuando los dos santos varones rechazaron esto con burlas, los herejes los condenaron a muerte. Al ser llevados al cadalso, levantaron sus manos en oración a Dios, dándole gracias por terminar sus vidas como mártires: «Oh Señor, nos regocijamos de que dejamos esto mundo por una muerte como esta. ¡Haznos dignos de ser partícipes de la vida eterna, oh Vida nuestra!». Entonces pusieron sus cabezas bajo la espada y fueron degollados en el 355 d. C. San Juan Crisóstomo luego construyó una iglesia dedicada a ellos sobre sus reliquias.




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