En el año 150 vivía en Roma una noble viuda cristiana llamada Felicita que tenía siete hijos, fervorosos discípulos de Cristo. Madre e hijos fueron encarcelados por la fe. A todos se les fue poniendo uno por uno ante la alternativa de apostatar o morir, más, ayudados por las heroicas palabras de aliento de su madre, todos aquellos jóvenes prefirieron la muerte en testimonio de fidelidad al Salvador. Madre e hijos murieron mártires bajo el emperador Antoninus.

"¡Ea!" –respondió el mayor de los hijos al juez que le inducía traicionar a Cristo-, acaba ya con tu charla; sábete que yo quiero permanecer fiel. Idénticas respuestas dieron los otros seis, y todos fueron muriendo por la fe ante los ojos de aquellos a quienes todavía no había llegado el turno. Y la madre, que había sufrido y muerto, por decirlo así, con cada unos de sus hijos, concluyó aquella inmolación heroica sufriendo cuatro meses después la gloriosa muerte del martirio. ¡Que recibimiento le harían sus hijos en el cielo!

Beheaded in 165 at Rome, Italy; buried in the cemetery of Maximus beside the Via Salaria, Rome; relics in Capuchin church at Montefiascone, Tuscany, Italy




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