Estos Santos vivieron durante los años de Diocleciano. El santo Ciro era de Alejandría, y el Santo Juan era de Edessa de Mesopotamia. A causa de la persecuciones de esos tiempo, Ciro huyó al Golfo de Arabia, donde había una comunidad pequeña de monjes. Juan, que era un soldado, se entero de la fama de Ciro y fue a su encuentro. A partir de ese momento, ellos pasaron su vida trabajando y curando a muchas personas de enfermedades por la gracia de Cristo. Ellos oyeron que una mujer llamada Athanasia, la habían apresado juntos con sus tres hijas, Theodora, Theoctiste, y Eudoxia. La madre temía por la juventud de sus hijas, porque era característico martirizar a los cristianos para que renuncien a su fe, al enterarse los santo fueron a su encuentro para darles fuera y los apresaron tambien a ellos. Después que Ciro, Juan y la madre con sus hijas fueron atormentados, los decapitaron en el año 292. Sus tumbas llegaron a ser un lugar muy renombrado en Egipto, y en un lugar de peregrinación.




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