Los Santos Mártires Manuel, Samuel e Ismael, hermanos por nacimiento, descendieron de una familia persa muy ilustre. El padre era pagano, pero la madre cristiana, quien bautizo a sus niños y los crió con una fe firme en Cristo el Salvador.

Cuando alcanzaron madurez, los hermanos se ingresaron al servicio militar. Hablando de parte de su emperador persa Alamundar, ellos fueron sus emisarios concluyendo unos tratados para la paz con el emperador Julián el Apostata (361-363). Julián los recibió con todo honor, compartiendo su gracia con ellos. Pero los hermanos negaron participar en sacrificios paganos y Julián se enojo. El anulo el trato y encarcelo a los embajadores de un país lejano como criminales comunes.

Al interrogarlos le dejaba saber que si continuaban insultando los dioses que el adoraba, seria imposible alcanzar un acuerdo o la paz entre los dos lados. Los hermanos santos le dijeron que ellos fueron mandados como emisarios de su emperador sobre asuntos de estado, y no para pelear sobre “dioses.” Viendo la firmeza de su fe, el emperador ordeno que sean torturados.

Les pegaron a los hermanos. Entonces clavaron sus manos y pies a árboles. Después empujaron picos de hiero en sus cabezas, y calzaron espigas finas debajo de sus uñas de los dedos y los pies. Mientras las tormentas continuaban los hermanos glorificaban a Dios y oraban como si no sentían nada.

Al final, los hermanos santos fueron decapitados. Julián ordeno que sus cuerpos sean quemados, y de momento hubo un terremoto. La tierra abrió y los cuerpos de los mártires santos desaparecieron en el abismo. Después de dos días de oración ferviente de los Cristianos, la tierra devolvió los cuerpos de los hermanos santos, los cuales emitían una fragancia dulce. Muchos paganos fueron testigo de este milagro, y llegaron a creer en Cristo y fueron bautizados.

Cristianos enterraron reverentemente los cuerpos de los mártires santos Manuel, Sabel e Ismael en el año 362. Desde ese tiempo los cuerpos de los pasíferos se han glorificado con milagros.

Al oír de la muerte de sus emisarios, y que Julián marchaba contra el con un ejercito enorme, el emperador persa Almadur junto un ejercito y se fue a la frontera de su dominio. Los persas derrotaron a los Griegos en una batalla grande, y Julián el Apostata fue matado por el gran mártir Mercurio (24 de noviembre).

Treinta años después el emperador Teodosio el grande (+397) construyo una iglesia en Constantinopla en honor de los hermanos santos. San Germano, Patriarca de Constantinopla (12 de mayo), aun siendo hieromonje, escribió un canon en memoria y alabanza de los hermanos santos.




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