Uroš, que era hijo del rey Dušan, reinó durante el difícil tiempo de la caída del Reino de Serbia. Humilde, piadoso, y gentil, se rehusó a intentar controlar por la fuerza el poder de los influyentes nobles. Entre estos estaba Vukašin, quien causó su muerte. El buen rey Uroš sufrió una muerte martírica el 2 de diciembre de 1367, a los treinta y un años. Aunque asesinado por los hombres, fue glorificado por Dios. Sus reliquias, que obran milagros, fueron atesoradas en el Monasterio de Jazak en Fruška Gora. Desde allí fueron trasladadas a Belgrado en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, siendo colocadas en la Catedral junto a las reliquias del príncipe Lázaro y del rey Esteban Stilianović. Durante el reinado de este benévolo rey, el monasterio de san Nahum fue construído junto al lago Ochrid por uno de los nobles de Uroš, llamado Gregorio.




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